22.4.10


CAPÍTULO VIII
SUEÑOS DE EXPLORACIÓN, CUMBRE VIRGEN Y UNA RUTA LÓGICA.

La Expedición Argentina de 1998.


Durante el año 1998 el autor del presente trabajo, organizó una expedición al Monte Pissis. La falta de datos ciertos y en algunos casos la información errónea acerca de la zona en cuestión fueron los escollos más difíciles de superar. He aquí el relato escrito al regreso de Atacama:
“Luego de casi un año de preparativos y de intensa búsqueda de información partimos de Mar del Plata, a orillas del Atlántico, con un importante bagaje de ilusiones y muchas incógnitas sobre lo que íbamos a encontrar. La expedición estaba compuesta por Marcos Cocconi, Rolando Linzing, Claudio Valva, Marcelo Gentilini y quien escribe, Guillermo Almaraz. Nuestra idea era recorrer por primera vez el glaciar Noreste del Nevado, tratar de ser la primera expedición argentina en acceder a la cumbre principal e intentar la escalada de alguna de las cumbres vírgenes del coloso: en ese entonces la central (Samoré) y la oeste (Gendarmería Nacional).
Sin dudas el motor que movía el proyecto era la exploración y el espíritu de aventura, nosotros practicábamos algo que que era llamado montañismo de exploración.
El viaje hasta Fiambalá fue largo y caluroso, pero finalmente llegamos y fuimos recibidos por Jonson Reynoso que sería el encargado de transportarnos al campo base. Largas horas de charla nos hicieron vivir las páginas ya escritas de la historia del cerro y nos impulsaron a relatar la nuestra. Luego de una noche en las incomparables termas de Fiambalá, nos dirigimos al paraje Las Losas (3735 metros) para comenzar a aclimatarnos. Allí estuvimos unos días y ascendimos un contrafuerte del cerro que la carta señala erróneamente como cerro Agua Caliente. Luego mudamos nuestro campamento de aclimatación a Las Grutas, a 4000 metros, en los pies del Nevado Incahuasi. En ese lugar entre mates y guisos vivimos varios días con los gendarmes allí apostados, conociendo un poco sus vidas y ellos conociendo las nuestras. Siguiendo con nuestro plan de aclimatación visitamos un cerro sin nombre de 4300 metros, desde donde se divisaba el Pissis, y por último el Cerro de San Francisco (6020 metros). Nos fuimos una mañana cálida empujados una suave brisa seca.
Desandamos el camino hasta Fiambalá sin saber que sería la última vez que lo veríamos sin asfalto, ya que en 1999 se terminó la obra hasta el paso de San Francisco.

La nueva ruta a las cumbres Occidentales.

Los días de descanso en las termas fueron utilizados para terminar de decidir ciertos aspectos logísticos. El punto crucial era la cumbre a subir. El mapa era inequívoco sobre cual era la mayor, pero la información de primera mano indicaba que todas las expediciones habían ido a la Este.
Tanto Jonson Reynoso como los datos de Jaime Suárez marcaban las pocas posibilidades de encontrar una ruta lógica que no fuera la de Reinhard. Otra incógnita era verificar que el vehículo pudiera transitar en dirección oeste desde el comienzo de lo que Jonson llamaba el Río de Arena. Pero quizá la mayor era quien había escalado la cumbre principal. Los informes que teníamos eran los de los polacos de 1937 y los de Suárez, Reinhard, Reuter, Biggar, Delclaud y los mexicanos. El misterio se acrecentaba dado que el informe mexicano afirmaba que en la cumbre no había nada. ¿Habrían sido ellos los primeros? ¿Dónde estaba el testimonio polaco y el de Reinhard? Reynoso afirmaba que el antropólogo norteamericano había escalado desde el campamento en la base de la cumbre este, así que podría inferirse que había escalado ese mismo pico. Reuter, Suárez y Delclaud era claro que habían ascendido también la cumbre oriental. Finalmente el croquis de Tito Luchini inserto en el informe polaco de 1937 parecía indicar que ascendían desde el este, por consiguiente era probable que también hubieran escalado esa cima. El de Biggar en cambio era claro en que habían estado en la occidental. ¿pero donde estaba el testimonio si los mexicanos no habían visto nada? ¿Era posible entonces que estuviera solo escalada una vez la cumbre?
El 8 de noviembre a la madrugada cargamos silenciosos las mochilas y el resto del equipo en la 4x4 de Jonson Reynoso y envueltos en nuestros abrigos nos ubicamos en la caja. Sin hablar dejamos atrás Fiambalá, todavía dormida, las Angosturas, envueltas en tinieblas y Chaschuil, barrido por un constante viento helado. En Pastos Largos entramos por un valle en dirección al Oeste, pasando por La Coipa ante la mirada atenta de una tropa de vicuñas. En la ladera del cerro homónimo, perdimos la huella minera que seguíamos en neveros atestados de penitentes. Reynoso superó diestramente el tramo, exigiendo la máquina al máximo.
Pasamos más tarde por la margen norte de la laguna de los Aparejos y luego por la laguna Celeste, unos kilómetros más adelante finalmente pudimos ver el Pissis. La primera impresión fue fuerte. Sin decirlo, todos pusimos en dudas nuestras posibilidades. La visión del inmenso glaciar noreste era sobrecogedora.
Después de vadear el río de Valle Ancho seguimos hacia el Sur hasta casi el campo base original del Pissis Este. Allí nos detuvimos y hablé seriamente con Jonson. Él insistió en el peligro que representaba ingresar con solo un vehículo por el río de Arena y las pocas posibilidades de que encontramos luego el paso hacia la base del glaciar, incluso volvió a agregar su impresión que pese a todo la cumbre este era mas alta. Realmente la perspectiva y los datos que poseíamos le daban la razón pero igualmente decidimos proseguir con nuestro plan y continuamos unos kilómetros mas ya transitando por el Río de Arena hasta donde instalamos el Campo Base, a 4600 metros (27º 42‘ 53.5’’ S / 68º 42’ 35.0’’ W), cerca del Glaciar Noreste. El recorrido había sido difícil, pero la recompensa de poder haber establecido en campamento en el lugar planeado bien merecía el esfuerzo. Una vez más reconocimos la destreza de Reynoso al volante y su conocimiento de la zona. Éramos los primeros en establecer el base en ese lugar.
En el campamento construimos un pircado de un metro y medio de altura para protegernos del viento y nos dispusimos a comer, descansar y charlar bastante. Armamos una carpa grande para poder estar cómodos y realizar todas nuestras tareas protegidos. El estado de ánimo era muy bueno. Debido al largo período de aclimatación nos sentíamos muy bien y decidimos continuar el ascenso al día siguiente.
Luego del desayuno, seguimos una pequeña quebrada paralela a la lengua final del glaciar; avanzamos sin dificultad durante cinco horas hasta el punto donde éste se ensancha y acampamos en una depresión en el borde del glaciar a 5200 metros Desde nuestro emplazamiento pudimos ver uno de los atardeceres más bellos que nos ha tocado vivir en la cordillera de los Andes. Esa noche comimos abundantes fideos con aceite de oliva, queso y pimienta y tomamos varios litros de mate y té. Luego entre amenas y divertidas charlas esperamos las 00 horas para felicitar a Claudio que cumplía 33 años.
Al otro día, luego de desayunar, nos montamos en el glaciar, dejando a nuestra izquierda un campo de grietas y ascendimos por buen hielo hasta los 5950 metros donde instalamos nuestro segundo campamento, en uno de los pocos lugares sin tanta inclinación que encontramos. El avance hasta aquí había sido a buen ritmo y prácticamente no sentíamos los efectos de la puna. Desde el campo 1 tardamos cinco horas y media. Durante el día la temperatura era de –2º C, llegando a la noche a – 14º C. Realmente durante la noche, las pocas horas de sueño no fueron muy placenteras y a las 04.00 horas nos despertamos para salir hacia la cumbre. La temperatura dentro de la tienda era – 5º C y tardamos mas de una hora en lograr calentar algo de agua para tomar té.

Primer Ascenso a la Cumbre Oeste (Gendarmería Nacional).


Recién a las 5.50 horas nos pusimos en marcha por el glaciar. Luego del amanecer la marcha se tornó más agradable pero nuestro avance no era como el del día anterior. Continuamos ascendiendo por una pendiente pronunciada, que preferimos cortarla en zigzag, hasta alanzar la base de un gran promontorio que se ubica delante de la cumbre principal. En ese lugar optamos por dejar el glaciar y rodearlo por el Oeste. Descansamos media hora junto al hielo, comimos unas pasas de uva y continuamos en forma lenta hasta un collado a 6350 metros Desde allí teníamos la visión completa de la cumbre Principal y Oeste y el plateau que hay por debajo de ellas, a mas de 6400 metros.
Luego de charlar un rato decidimos que mientras Marcelo, Claudio y Rolando bajaban, Marcos y yo continuaríamos hacia la cumbre Oeste para tratar de lograr el primer ascenso del virgen pico de 6775 metros. Eran las 13.30 horas y estábamos a 6500 metros. La cumbre Oeste (Gendarmería Nacional) es una pirámide de filos angulosos de roca oscura con algunos neveros. Avanzamos por un filo de poca inclinación rodeando el plateau y nos montamos al filo de la pirámide.
Cada vez que miraba hacia la cumbre creía verla al alcance de la mano pero nunca la alcanzábamos. En un momento Marcos me grita que había llegado, entonces con el resto de fuerzas que me quedaba logré avanzar por un nevé inclinado clavando las puntas de las botas. Cuando llegué en realidad no era la cima sino un corto filo cumbrero que todavía nos llevaría unos minutos recorrer.
Finalmente llegamos a una roca que parecía la más alta y nos sentamos en ella. Eran las 15.30 horas La cumbre era un caos de rocas enormes con algo de nieve entre ellas.
Nos sacamos las fotos de rigor y escribí en el libro de cumbre que llevábamos que habíamos logrado el primer ascenso de la cumbre Oeste, a la cual Jaime Suárez había nominado Gendarmería Nacional, también relaté que había poco viento y la nubosidad era escasa y por último nombre a cada uno de nuestros compañeros de expedición. Luego guardé el libro azul con una portada que dice MONTE PISSIS 68º 51’ W 27º 47’ S ARGENTINA y una bandera argentina en una caja de plástico estanco y la llevé hasta una roca que era mínimamente mas alta que la que estábamos. Quedó dentro de un agujero eólico tapada con una piedra para que no se vuele.
Una vez más miramos a nuestro alrededor, observamos la cumbre principal un poco sobre nosotros y nos hipnotizó el cráter abierto del volcán de 6002 metros que veíamos tan por debajo nuestro. Nos rodeaban tantas cumbres elevadas y sin ascenso que no hubiésemos podido elegir un objetivo en ese momento. Sacamos unas fotos mas hacia el Este y dimos una última mirada hacia la pared sur del Tres Cruces (6749 metros).
Sin pensarlo estábamos bajando. Cuando llegamos al col donde habíamos parado en el ascenso nos detuvimos a descansar y recién allí hablamos de la apertura de la ruta y el ascenso a la cumbre. Continuamos hacia el glaciar y recuperamos la mochila que habíamos dejado detrás de unas rocas. Al llegar al hielo Marcos me dice “mirá ahí vienen veinte tipos subiendo’’. Yo miré el glaciar pero no vi a nadie. Al rato me dijo que los tipos no se movían así que debían ser piedras.
Llegamos al campamento al borde de nuestras fuerzas a las 19.30 horas cuando ya oscurecía. Poco antes de llegar a la carpa encontré la cruz que había fabricado Claudio para la cumbre y la habíamos perdido en la subida. La noche fue larga y fría y el agotamiento se hizo sentir.
El 12 de noviembre desarmamos el campamento II y comenzamos el descenso. El paso por el glaciar era lento pero cada vez más firme a medida que bajábamos. Al llegar al campo 1 encontramos a Rolando descansando, ya que había descendido la tarde anterior, luego de ayudar junto con Claudio a bajar a Marcelo que estaba afectado por la altura, le contamos nuestro ascenso y nos confirmó su intención de partir durante la noche hacia la cumbre Principal o Central. Quedamos en comunicarnos por el handy y partimos, luego de una hora, hacia el base, donde llegamos exhaustos tres horas más tarde.

El primer ascenso argentino a la cubre CAM.

Durante la noche, a las 22.30 Rolando partió por el glaciar. Ascendió esquivando las grietas hasta aproximadamente 6000 metros cerca de donde estaba el campo 2, arribando allí a las 02.30 horas. Se detuvo a tomar té y luego de un prolongado y frío descanso continuó su camino. Su paso era mucho más firme y la noche clara lo hizo avanzar cada vez más rápido. Tuvo una amplia visión del glaciar resplandeciendo a la luz de la luna y a medida que pasaba el tiempo sus pensamientos se hicieron cada vez más reales. Creyó que una mujer lo acompañaba y varias veces hablaron. El efecto de la altura y la soledad influían en sus visiones. Las horas transcurrieron y llegó al promontorio que habíamos rodeado por el Oeste, pero en ese momento optó por rodearlo por el oriente, buscando alcanzar el filo que veía encima suyo. Luego de su travesía accedió al portezuelo entre las cumbres Central y Principal. Ya no tuvo dudas y continuó hacia la cumbre CAM.
Ascendió en dirección Oeste y llegó al filo cumbrero. La pendiente se inclinaba y el paso en el acarreo era cada vez menos firme. El cansancio se hacía sentir y la falta de oxígeno también. Unos pasos más y el filo se bifurcaba. Tomó el brazo ascendente y desde allí vio la cumbre. Un clavo de roca con un cordino blanco marcaba la cima y desde ese punto pudo ver el glaciar occidental. Eran las 10.30 horas cuando llegó al punto más alto. Leyó los testimonios que encontró y colocó la cruz que lleváramos con nuestros nombres. Tomó varias fotos y observó todo el desierto de Atacama desde su cumbre. Rápidamente guardó todo y se lanzó hacia abajo. Por error, trajo consigo el libro de cumbre que subiera Gregory Horne en 1995 y que reseña todos los ascensos. Gracias a ese desliz pudimos estudiar pormenorizadamente todos los ascensos hasta 1997 y reconstruir la historia del Pissis.
El día 14 finalmente nos reunimos todos en el campo base y festejamos largamente los ascensos. Durante la tarde construimos una pirca de dos metros y colocamos sobre ella un bastón de sky, y entre sus piedras una botella con nuestros nombres y nuestra voluntad de que se recuerde a nuestro campamento como Mar del Plata. Esa noche a las 22.30 horas Christian Reynoso, acompañado por Cirilo Arancibia, llegó al campamento para iniciar la retirada. Llegamos a Fiambalá en la madrugada calurosa de ese día.”
Luego de esta expedición los siguientes grupos que accedieron al Pissis lo hicieron por la ruta argentina y utilizando el nuevo campamento como campo base.

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