CAPÍTULO I
LOS ANDES DE ATACAMA
Descripción de la región.
La zona conocida como Puna de Atacama en Argentina y desierto de Atacama en Chile, incluyendo también las cuencas salinas del sur del altiplano, es un inmenso e inhóspito desierto de altura donde se encuentran los volcanes más altos del mundo. Su altura promedio son los 3500 metros, alcanzando sus cumbres más elevadas los 6800 metros.
Es la continuación del altiplano boliviano, abarcando cerca de 200.000 kilómetros cuadrados. Está delimitada hacia el oeste por los valles occidentales y la cordillera de Domeiko, hacia el este por la cordillera oriental y las sierras sub andinas y hacia el sur, si bien estrictamente el límite es la cordillera de San Buenaventura, podemos considerar que los Andes de Atacama se extienden hasta aproximadamente la cuenca de la Laguna Brava y el macizo limítrofe del Potro.
Alberga más de la mitad de las grandes cumbres de occidente y el acceso a dichas cimas es riguroso y complicado.
El agua que surca el seco terreno contiene muchas veces sales producto de la actividad volcánica que la hacen no potable. Las cumbres nevadas y las planas salinas tiñen con su blanco los vastos territorios rojizos o marrones que no conocen el verde de la vegetación.
De clima rigurosamente seco, en el transcurso de un día pueden repetirse las cuatro estaciones debido a la notoria amplitud térmica. En el poblado jujeño de Tres Cruces se contabilizaron en cuatro décadas un promedio de 337 días de helada al año. La Puna, por encima de los 3500 metros, virtualmente carece de agua y tiene escasas cuencas con ríos de corriente permanente.
La zona andina de Atacama es un desierto de altura despiadado y la porción que se encuentra entre las altas cumbres y la costa del Pacífico es el sitio mas seco del mundo, registrándose 1 precipitación cada 40 años.
Si bien las culturas atacameñas poblaron la región solo fueron habitados los valles y transitados por las rutas habituales. A nivel exploración varios sectores durante décadas guardaron espacios blancos en sus mapas y croquis con la leyenda “inexplorados”.
Hasta principios del siglo XX la región en su porción argentina era llamada “el despoblado” y estaba apenas habitada, pese a la proliferación de explotaciones mineras. La mayoría de las poblaciones actuales se encuentran en las provincias de Jujuy y Salta, mientras que en la región de Catamarca y La Rioja no hay casi asentamientos permanentes.
La densidad de población en la poción puneña de Catamarca es de 1 habitante cada 33 kilómetros cuadrados.
El culto a las montañas andinas. Breve comentario.
Si bien en el Pissis no se han hallado vestigios de ascensos de las culturas atacameñas, su emplazamiento en la puna merece hacer un breve cometario sobre la importancia ceremonial de las montañas para la cultura inca y otras pre incaicas.
Actualmente se han estudiado más de 200 sitios arqueológicos en cumbres andinas, siendo el descubrimiento que alcanzó mayor notoriedad el del santuario de la cumbre del Llullaillaco en 1999.
El culto a los apus o montañas sagradas andinas en el contexto incaico formaba parte de una religión amplia y dinámica. Las altas montañas eran sobretodo proveedores de agua a través del deshielo de sus cumbres y por lo tanto signo de fertilidad, entendido de otra manera, generadoras de vida. Además su riqueza mineral o sus tonalidades rojizas las hacían especialmente adorables junto con los volcanes en erupción sinónimo de vida o destrucción.
Por su condición de punto de unión entre cielo, tierra y subsuelo eran espacios sagrados idóneos para la adoración de Inti, el sol, la deidad más importante de la cultura inca. También adoraban a la Pacha mama (tierra) a Illapa (dios del trueno) y a sus antepasados ya que de acuerdo a sus creencias moraban en las alturas.
Los apus eran considerados seres con vida, con capacidad para influir sobre la vida de los hombres beneficiándolos o castigándolos de acuerdo a sus actos.
Cada comunidad o aldea tenía su apu principal que generalmente era el de mayor altura o imponencia, donde dirigían las plegarias diarias y a quien adoraban permanentemente. Incluso podían tener otros apus de menor jerarquía desde donde adoraban el apu tutelar.
Las ofrendas que se realizaban en los apus implicaban entregar a la divinidad algo valioso, que podía consistir desde el acullico o bolo de coca que se está mascando a estatuillas de camélidos o antropomorfas, textiles, huesos, plumas, peines, joyas e incluso leña.
La mayor ofrenda eran sus propios hijos que eran ofrecidos a la deidad en ceremonias sagradas denominadas capacocha. Estos embajadores de los hombres ante los dioses aceptaban su trascendental rol y eran acompañados por sus familias y sacerdotes en importantes peregrinaciones hasta las cumbres. En su viaje a la residencia divina llevaban otras ofrendas menores y los enceres necesarios como comida, calzado de repuesto y en algunos casos ropas de adulto previendo su crecimiento.
La posterior momificación se producía naturalmente por las condiciones de sequedad y frío, aunque era buscado ese efecto ya que las momias se convertían en seres venerados.
En general las ofrendas humanas eran seleccionadas por su pureza y en ocasiones los mismos hijos de los curacas o jefes locales eran llevados a Cuzco para luego regresar sacralizados y ser ofrendados en el apu tutelar de la comarca.
La misión de cualquier montañero es transitar respetuosamente por estos sitios sagrados, entendiendo la cosmovisión de la cultura andina.
En lo relativo al Pissis, Johan Reinhard en 1985 y 1986 lo exploró sin encontrar evidencias arqueológicas. También Constanza Ceruti en 1999 en el marco de una expedición liderada por Jaime Suárez González lo hizo sin resultados.
Los vestigios más próximos son el tambo de la Laguna Celeste y el emplazamiento del Cerro Inca del Mar al norte y emplazamientos de laguna Brava, Reclus y Veladero al sur.
22.4.10
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